El pasado mes de octubre el Instituto de Patrimonio Cultural realizó una caminata guiada desde el Humedal la Conejera hasta el cerro mirador de los Nevados. El recorrido permite hacer un diagnóstico  de una conexión natural en el norte de Bogotá  fundamental para la Estructura Ecológica Principal de la ciudad.  La caminata fue motivada por la pregunta ¿Cómo están conectados un humedal, una quebrada y un parque en la ciudad?  La respuesta se abordó  desde los aspectos ecológico y cultural.

El principal afluente del humedal de la Conejera, ubicado al noroccidente de la ciudad en la localidad de Suba, es la quebrada la Salitrosa. Su importancia radica en que aporta agua al ecosistema de humedal y establece una conexión natural con los cerros de Suba,  donde nace.  Sin embargo, la quebrada recibe las aguas residuales de los barrios vecinos, y presenta problemas ambientales como invasión de la ronda, basuras  y usos incompatibles como el pastoreo. Estas problemáticas ambientales se endosan al humedal, que recibe las aguas contaminadas de la quebrada.

La caminata inició en el Humedal la Conejera, que es uno de los principales ejemplos de recuperación ambiental y apropiación ciudadana en la ciudad. El recorrido coincidió con la temporada de migración de aves, si bien  fue rápido y en un grupo grande que dificulta el avistamiento, fue posible observar  pato rufo o turrio (Oxyura jamaicensis andina), garcita bueyera  (Bubulcus ibis) tingua de pico amarillo (Fulica americana columbiana) tingua de pico rojo (Gallinura chloropus) picaflor negro (Diglossa humeralis), monjita cabeciamarilla (Chrysomus icterocephalus bogotensis)

Oxyura jamaicensis andinaOxyura jamaicensis andina

Sayornis nigricansPara continuar por la quebrada la Salitrosa fue necesario desviar por zona urbana debido a los obstáculos y las condiciones del terreno por la temporada invernal. Retomando el curso de la quebrada es posible ver las condiciones críticas de contaminación en que llega al humedal, problemática que se reproduce en la mayoría de cuerpos de agua que atraviesan la ciudad. En su desembocadura la quebrada se encuentra canalizada, cercada con alambre de púas y su ronda está desprovista de arborización. A pesar de ello fue posible observar dos ejemplares de mosquetero negro o viudita de rio (Sayornis nigricans)

Avanzando más al oriente, el panorama es más alentador debido a las obras realizadas por la comunidad y la empresa de Acueducto. La ronda es rica en árboles nativos sembrados con el sistema de parche, que consiste en realizar cercados de diferentes especies. Aún así persiste la presión urbana en algunos puntos concretos. Las cercas son usadas para colgar ropa, es posible hallar caballos en la ronda y uno de los cerramientos es usado como criadero de gallos de pelea, actividad explícitamente prohibida e incompatible con una zona de protección ambiental.


El transito por la quebrada se realiza a través de un sendero duro de adoquín, que si bien resalta el valor paisajístico del ecosistema es una medida cuestionable en términos de su recuperación.  Al costado norte de la quebrada, en zona predominantemente rural, es posible ver áreas inundables con características y vegetación propia de un ecosistema de humedal. Son rezagos que muestran la conformación original del terreno y el impacto de la intervención humana. El sendero impide la conexión de estas áreas con la quebrada.

Acompañamiento comunidad muiscaAl finalizar esta intervención se encuentra próximo el nacimiento de la quebrada. Allí se integraron miembros de la comunidad muisca, cabildo de Suba,  que añadieron al recorrido el componente cultural y ancestral que permite el ejercicio de recuperación de la memoria. Es a partir de este momento que se contextualiza la caminata en la tradición y cosmología muisca. Se deja de hablar de la quebrada la salitrosa para hablar de la quebrada  Chueba o Tibauva como parte del sistema hídrico del río Guacheneque (Bogotá). Mitos, ritos y tradiciones son ahora los protagonistas.

Aproximándose al piedemonte del Cerro de la Conejera, en el sector de Aguas Calientes, se evidencia la cuestionable intervención del Acueducto de Bogotá, que entubó la quebrada en su nacimiento. En el contexto de interpretación indígena el nacimiento de la quebrada es equivalente al vientre materno, aquí profanado y lesionado.  La continuidad del ecosistema se ve afectada.

Es de resaltar que el nacimiento de la quebrada Tibauva fue un antiguo lavado de la comunidad muisca.   Este lugar fue aprovechado para realizar un rito indígena, consistente en el saludo a los diferentes dioses de la cosmología muisca, establecer contacto con la madre tierra y solicitar permiso para ingresar en un lugar sagrado. La estación ritual de permiso para ingreso al territorio como forma de sensibilización y apropiación, hace parte del recorrido propuesto por una de las rutas étnico ecoturística por la localidad de Suba. 

Quebrada entubadaritual de permiso

Llegando al sector de Aguas Calientes, nombre dado a una antigua laguna desecada, es posible evidenciar rastros del desaparecido ecosistema: pequeñas áreas inundables y juncales, topografía irregular, encharcamientos,  agujeros profundos y pequeños espejos de agua apreciables desde el cerro. A pesar de la escaza vegetación fue posible avistar ejemplares de Sirirí Común (Tyrannus melancholicus), Titiribí Pechirrojo (Pyrocephalus rubinus) y  gavilán maromero (Elanus leucurus). La diversidad faunística, el carácter ancestral del territorio, la conectividad estratégica entre ecosistemas, las amenazas de urbanización y actividades productivas no compatibles, ratifican la necesidad de la Reserva Forestal del Norte.

El recorrido continuó penetrando el cerro Chipacuy,  hoy conocido como cerro de la Conejera. Allí se hace referencia a la microcuenca de la Conejera, al gran lago de Humboldt que alguna vez ocupó la sabana de Bogotá,  al sistema de humedales de la Localidad de Suba, al territorio ancestral muisca y a la connotación simbólica  del Cerro del Majuy en el municipio de Cota, visible desde allí. Se resalta también el impacto ambiental de los cultivos de flores de la sabana y la afectación del ecosistema por un proyecto de infraestructura vial que se adelanta en el sector.

Tras avanzar por los cerros de Suba, en el que se transitó por áreas protegidas, zonas de invasión, vivienda popular y de estratos altos,  se llega al Parque Mirador de los Nevados, antigua cantera hoy recuperada, que hace parte del sistema de Aulas Ambientales de la Secretaría Distrital de Medio Ambiente.
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